Tus ojos están ya semicerrados,
tu vida se te escapa en un momento,
tu cuerpo dolorido ya está yerto,
tus manos y tus pies ya están clavados.
Hachones y faroles plateados,
convierten a tu paso en monumento.
Cuando mi Cristo pasa, ya está muerto,
ha cargado con todos los pecados.
Tu sangre se agolpa en el sudario
y mana de tus llagas y costado.
Vas dormido, mi Cristo del Calvario.
Todo, por fin, está ya consumado,
mientras que yo, como infame sicario
solo caigo en pecado tras pecado.
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